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ARQUITECTURA-PINTURA
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MATERIA VIVA, ¿es condición sine qua non de la obra de arte su invariabilidad
Metamorfosis Obra abierta
El mejor Arte, en palabras de Manuel Rivera es aquel que ”convierte el MISTERIO en INQUIETUD, hacernos ver que el mundo -como el cuadro- no está acabado, ni siquiera en nuestra memoria de él, hasta que el hombre interpreta su sentido”…
Continúa Rivera diciendo: ”para mí un cuadro está terminado cuando me produce una sensación de inquietud, cuando me transmite un misterio que ya no forma parte de mí, sino que ha cobrado autonomía en la propia obra”.
Inducir a la inquietud mental, a la reflexión, a la movilidad, al entendimiento de las reglas, estructuras, a las leyes de formación y desarrollo de la vida, podríamos afirmar que son los temas que introduzco e investigo, a modo de constantes, en mi obra.
Cada obra individual, o bien formando parte de un políptico, se estructura en dos partes, claramente delimitadas. La línea de contacto, que separa y une cada ámbito pictórico, es además la zona de máxima tensión, de intercambio, donde los acontecimientos saltan y se incorporan al otro lado, dotándolo de vibraciones. Es en esta línea fronteriza de gran riqueza, donde se manifiesta esa búsqueda incesante, esa necesidad de plasmar la DUALIDAD, como característica esencial de la existencia humana.
El tenebrismo, presente tanto en las series negras iniciales, como en las que el color es la nota dominante, nos conecta con el MISTERIO. Las pérdidas de materia en los estratos, posibilitan adentrarnos en la estructura interna de la obra, “imaginar” qué pasa debajo de cada capa, conectándonos también, con la idea de MUTABILIDAD asociada a un camino, a una TENSIÓN VITAL.
Especialmente en la serie Tensiones, de forma más evidente y sobre todo, en las obras de gran formato, donde la DUALIDAD hace doblete, lo que parecería más complejo se resuelve de la forma más simple, es decir, la continuidad de una obra con otra se plantea con la puesta en contacto de las dos superficies sin conflicto alguno. Sin embargo, es en el eje vertical u horizontal central, de cada pieza individual, donde se plasma ese territorio conflictivo, escenario de sucesos y tensiones, en el que la materia ”salta”, en ocasiones, al lado opuesto. Estas “contaminaciones” crean hitos, altos en el camino o lugares de referencia, a modo de fronteras, territorios fronterizos, donde se trabaja las posibilidades del límite, como lugar de máxima tensión, espacio para acontecimientos múltiples, lugar y momento de máximo dramatismo y acción.
Los “EXCESOS PICTÓRICOS”, tan evidentes en las superficies cubiertas de excrecencias y crestas de pasta pictórica, se acentúan hasta el extremo que nos sugiere una impostación teatral, una “puesta en escena”, un “Viaje” al límite de la materia.
La búsqueda de esa densidad, será la manera particularísima de investigar sobre la PRESENCIA-PERMANENCIA-AUSENCIA, tres ideas que conviven al unísono en la obra.
LAS PÉRDIDAS, las partículas que se desprenden del soporte para ocupar “OTRO LUGAR EN EL ESPACIO”, ¿son PÉRDIDAS? La obra se “transforma”, cambia infinitesimalmente, se permite ESTAR VIVA, dotada de vibraciones ópticas, de juegos de luz y de color.
La obra nos remite de nuevo al MISTERIO, como esencia de la existencia. LA DUALIDAD INHERENTE A LA VIDA. La vida siempre permanece. La existencia es efímera.
Mi formación académica, la condición de arquitecto, y la vinculación con el mundo de la intervención en bienes culturales, están también presentes en mi producción plástica.
Las teorías y postulados de autores como John Ruskin, “Las siete lámparas de de la arquitectura”..., pueden rastrearse en mis obras, a las que doto de FUERZA ENIGMÁTICA; el poder evocador de la “ruina”, la pérdida, las lagunas que permiten “ver debajo de”… Asistimos a una auténtica METAMORFOSIS de la obra, estamos ante UNA OBRA VIVA.
Guillermo Solano, refiriéndose a la obra de Manolo Valdés dirá de las ruinas:”Las ruinas ofrecen a la vista una riqueza infinita de matices cromáticos y de texturas. Su carácter fragmentario estimula la imaginación del espectador, dejándole en libertad para completar virtualmente la obra inacabada. Además, en las ruinas se cifra un valor simbólico. Gilpin veía en ellas la transformación de la arquitectura gracias a los «ornamentos del tiempo»”.
La actividad creadora se centra en la búsqueda de la esencia de la existencia, de sus leyes de formación y desarrollo, experimentando con las posibilidades de la materia.
Mis obras están marcadas por la ausencia total de cualquier estructura realista, si bien subyace un orden claro y preciso, derivados de mi formación profesional.
Desde un principio, la investigación artística estuvo centrada en el desarrollo de un lenguaje abstracto propio, donde la forma está totalmente supeditada a la materia.
Fascinada desde siempre por las posibilidades del color y los materiales más básicos y de desecho, quiero dotar a mis obras de significado, modulando la consistencia de las distintas capas de materia o ESTRATOS, a modo de VELADURAS MATÉRICAS.